ORAIN KIROLAK.Dios Aduriz.(1-1/1-5).Athletic txapeldun!!
BARCELONA 1 (1) : Bravo; Dani Alves, Piqué, Mascherano, Mathieu, Sergio Busquets, Rakitic (Sandro, min.68), Iniesta, Messi, Luis Suárez y Pedro (Munir, min.68).
ATHLETIC 1 (5): Iraizoz; Bóveda, Etxeita (Elustondo, min. 67), Laporte, Balenziaga, Gurpegui, Beñat (Mikel Rico, min.83), Eraso, De Marcos, Susaeta y Aduriz (Kike Sola, min.80).
GOLES: 1-0: Messi, min.43. 1-1: Aduriz, min.74. ÁRBITRO:Velasco Carballo. Mostró tarjeta amarilla a Bóveda, Eraso, Pedro, Aduriz, Beñat y Balenziaga y expulsó con roja directa a Piqué (min.56) y Kike Sola (min.86).
Estadio:Camp Nou.88.834 espectadores.Partido de vuelta de la Supercopa.
Hemos tardado 31 años, pero volvemos a tener un título en las vitrinas de San Mamés.Y aunque no sale la gabarra,Bilbo es una fiesta este 18 de agosto,previo a la Aste Nagusia.Nadie esperaba este título hace 15 días, pero el mal estilo del Barça y su manera de trabajar les ha pasado factura y Aduriz (Dios!) supo cornear la porteria culé,tanto con Ter Stegen como con el campeón americano Claudio Bravo. Posiblemente tampoco era el título más deseado,pero como sabemos que es pasar hambre, la comilona de la Supercopa no viene nada mal.Al fin y al cabo, termina con un prolongado período de sequía, tres décadas sin levantar un trofeo es demasiada penitencia para una entidad que compite en un fútbol hostil hacia su filosofía, organizado desde todos los estamentos para primar cuestiones materiales y minimizar los valores que se inculcan en Lezama. Y por encima de otras disquisiciones, hay que considerar que el Athletic es el justo vencedor. El marcador global es suficientemente elocuente. Ha sido capaz de superar en 180 minutos tremendos al mejor equipo del mundo. Ha esquivado con autoridad el pronóstico, desplegado un trabajo impecable, superado a un enemigo persuadido de que para variar, como sucedió en tres finales de Copa, todas muy recientes, haría valer sus extraordinarios recursos. El éxito estaba estupendamente encaminado desde el viernes. Ahí amasó el Athletic una renta que volteaba por completo las predicciones y le situaba en la antesala de la gloria. Cuatro goles no son fruto de la casualidad, sino reflejo de un estado de forma y un convencimiento, de forma que un pinchazo en el Camp Nou era impensable. La posibilidad del cataclismo no se sostenía viendo el comportamiento de los jugadores en San Mamés. Al margen del peso específico de la goleada, había que ponderar el hambre de un colectivo que se había demostrado a sí mismo hasta qué punto sabe competir. La oportunidad era ideal y a ella se aferró anoche con uñas y dientes para dejarle claro al Barcelona que esta vez le tocaba reír y disfrutar, después de tanto sueños desvanecidos. La cosa discurrió más o menos como cabía prever. Lógicamente, quien más apremiado salía al campo tenía la obligación de forzar el ritmo y cargar con la iniciativa. Así lo hizo un Barcelona que enseguida comprobó que enfrente también estaban dispuestos a interpretar el rol que les correspondía y no de cualquier manera. Qué duda cabe que el factor anímico era fundamental y el Athletic partía con una ventaja evidente derivada del resultado obtenido en la ida. Dicho de otra manera, la puesta en escena era crucial y los rojiblancos no se dejaron intimidar por las urgencias de su rival, pese a que Piqué remató al larguero en el minuto cinco. Ese lance pronto quedó como un dato anecdótico porque el balance ofensivo azulgrana se limitó a la citada aparición del central en el área de Iraizoz. El paso de los minutos fue el factor que empezó a inclinar la balanza. A medida que el posicionamiento y el trabajo sin balón fueron consolidándose, el repertorio del anfitrión derivó en un quiero y no puedo. A ratos, sobre todo en el arranque, el Athletic acertó yendo muy arriba a buscar al poseedor de la pelota, igual que hizo en Bilbao, desactivando así a los delanteros contrarios, forzando incontables errores producto del exceso de ansiedad, que se materializaron en constantes fueras de juego, especialmente de Luis Suárez. Buscaba el Barça atajos ante la imposibilidad de madurar las jugadas, la presión del Athletic no le permitía tocar con comodidad y la precisión que hubiese sido precisa para agujerear una estructura donde las ayudas de nuevo resultaron básicas para neutralizar la calidad individual de Messi, Alves, Rakitic o Iniesta. Pese a que la posesión volvió a ser abrumadoramente favorable a los culés, tampoco quiso renunciar el Athletic a los desdoblamientos y apoyado en el magnífico trabajo de Aduriz y Eraso, no dejó de asomarse al balcón de Bravo. Así dispuso de varios córners, algún centro y un par de contras malgastadas por falta de temple. Consumida la primera media hora, el 0-0 respondía fielmente al desarrollo del choque. No se registraron situaciones de agobio o apuros para Iraizoz. Susaeta y De Marcos siempre acompañaban a Balenziaga y Bóveda; Beñat se anticipaba en la zona de creación, cerca de Busquets, y Gurpegi estuvo muy atento para rebañar unos metros por detrás. La generosidad en el esfuerzo ahorró labor a los centrales, apenas exigidos, excelente noticia en el Camp Nou. El sacrificio y el rigor táctico pudieron tener su broche en una magnífica internada de Eraso, beneficiado por un mal pase de Pedro. Tras driblar a Mascherano se plantó ante el portero y tanto quiso apurar el remate que halló la red pero por el exterior. Y al filo del descanso por fin logró el Barça ligar una jugada marca de la casa: centro templado de Rakitic, cesión con el pecho de Suárez para la incorporación de segunda línea de Messi, que no perdonó en boca de gol. Bueno, 1-4 y promesa de emociones para el segundo acto, que se inició con el esperado intento local por revolucionar la contienda. Sin embargo, no decayó el Athletic, al contrario, las primeras aproximaciones corrieron a su cargo y ese afán por no dejarse avasallar y, menos aún ceder a la tentación de la especulación halló un premio inesperado. Las protestas de Piqué que siguieron a una contra que dio la opción de marcar a Aduriz se saldaron con tarjeta roja. Con media hora larga por delante y el amplísimo margen en el marcador, la Supercopa quedó vista para sentencia. Hubo, es verdad, un tramo en que la rabia del Barça produjo un par de situaciones comprometidas para Iraizoz, fueron minutos de desconcierto, algo pasajero, hasta que el Athletic comprendió que debía tomar el balón y hacer correr a un enemigo ya muy justito de moral y de gasolina. Por si cupiera alguna duda en torno al desenlace, Aduriz redondeó su magnífica actuación con el cuarto gol de su cosecha. El último tramo fue coser y cantar. El pitido final desató la locura sobre el césped, en la grada del coliseo catalán y en Bizkaia entera. El Athletic vuelve a ser campeón.
0 comentarios