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ORAIN KIROLAK.Esto es fútbol y lo demás tonterias (2-5,Athletic-Barça)

ATHLETIC: Iraizoz, De Marcos, Etxeita, Laporte, Balenziaga (Min. 51, Aurtenetxe), San José, Mikel Rico, Susaeta (Min. 69, Beñat), Unai López, Muniain (Min. 77, Gurpegi) y Aduriz.

BARCELONA: Bravo, Alves (Min. 69, Adriano), Piqué, Mathieu, Alba, Busquets, Xavi (Min. 74, Rafinha), Rakitic, Messi, Neymar y Luis Suárez (Min. 80, Pedro).      

Goles: 0-1: Min. 15, Messi; 0-2: Min. 26, Luis Suárez; 1-2: Min. 59, Mikel Rico; 1-3: Min. 62, De Marcos, en propia puerta; 1-4: Min, 64, Neymar; 2-4: Min. 66, Aduriz; 2-5. Min.86,Pedro.                                                                                                                       Árbitro: Mateu Lahoz (Comité valenciano). Por parte del Athletic expulsó a Etxeita con roja directa (Min. 75). También mostró tarjeta amarilla a Balenziaga (Min. 40), Unai López (Min. 69) y Gurpegi (Min. 90). Del Barcelona amonestó a Dani Alves (Min. 45). Incidencias: Alrededor de 50.000 espectadores en San Mamés en el partido correspondiente a la vigésimo segunda jornada de la Liga BBVA.

EFE

Vendió cara su piel el Athletic ante la apisonadora que conduce Messi. Desarrolló un encomiable esfuerzo para equipararse a un conjunto intratable de por sí y espoleado por el ridículo del Madrid en el Calderón, pero hubo de resignarse a una derrota honrosa, a pesar de que el marcador pudiera dar a entender lo contrario. La afición lo reconoció incluso cuando todo el pescado estuvo vendido, con el equipo en inferioridad, extenuado, corriendo por puro orgullo. Mucho enemigo anoche para un Athletic que se afanó en exprimir sus armas sin que le cundiera en exceso. El Barça apretó cada vez que se vio más exigido de lo deseable y actuó cual máquina trituradora, generando situaciones muy nítidas, muchas desbaratadas al límite por Iraizoz y la zaga. Imposible frenar el flujo que Messi activó cuando le vino en gana, moviéndose con absoluta libertad. El interés rojiblanco por elevar al máximo las revoluciones sirvió para deparar alguna alternativa y encender la bombilla de la esperanza en un tramo, pero a la postre se impuso la ley de un Barça que condensa en su repertorio recursos de otra galaxia, la que lidera el astro argentino, llave maestra del vendaval ofensivo. La racha de éxitos no tuvo continuidad. Fue imposible. Podría afirmarse que el partido quedó liquidado antes de la media hora, luego se comprobó que no era así, pero casi. El Barcelona empezó a exhibir su portentosa pegada en esa fase en que el Athletic, fresco, le apretó con el alma. La presión adelantada no le permitió elaborar, pero lo cierto es que no lo necesitó para producir cuatro jugadas de enorme peligro. Sin embargo, la primera, la que dio origen al 1-0 y de alguna manera marcó el discurrir del choque, tuvo un origen evitable y accidentado. Hasta entonces no había señales de vida. Nadie, ni Messi ni Neymar, nadie, porque la pelota no salía de terreno catalán. Eran Mathieu y Bravo quienes acaparaban el protagonismo. Entonces asomó el infortunio para invalidar una más que correcta puesta en escena. Muniain hizo un mal control que el árbitro sancionó como mano. La falta estaba bastante alejada de la frontal, lo cual no le importó a Messi, cuyo disparo directo golpeó en la barrera para despistar a Iraizoz, que rectificó y llegó a tocar la pelota sin poder evitar que entrase. Perseveró el Athletic, consciente de que sus bazas pasaban por importunar al máximo la salida del rival y acarició el empate. Muniain templó al segundo palo, donde Aduriz empalmó forzado y agarrado por Busquets, de modo que Bravo pudo despejar sobre la línea. El partido adquirió un ritmo vertiginoso. En el mismo minuto, Messi abandonó la banda derecha para servir a Suárez y su cabezazo a bocajarro lo sacó increíblemente Iraizoz. La transición azulgrana empezó a hacer estragos, Messi atraía enemigos y desahogaba, organizando contras muy profundas. Xavi en plancha pudo poner el segundo, replicó Susaeta en golpe franco respondido por Bravo con una palomita. Pese a este nuevo acercamiento, el choque se había puesto muy difícil, era complicado frenar a tanto jugador dispuesto a tocar y buscar el desmarque. Suárez no erró la segunda que tuvo, a cesión de Messi, que se benefició de un resbalón de Laporte. Y aún el uruguayo contó con otra ocasión inmejorable, tras despeje in extremis de Laporte a intento de Neymar, servido por Xavi, que entró hasta la cocina. Se descosía el Athletic persiguiendo fosforitos por todos lados e incurría en demasiados errores en las entregas por pura precipitación. No es fácil combinar en tal estado de aceleración y así todo, Aduriz superó a Mathieu con un salto de los suyos para cabecear a la cepa del palo izquierdo de un Bravo batido. Tras media hora de tremendo desgaste, el Athletic había salido muy malparado, aunque sin perderle nunca la cara al encuentro. Dos goles se antojaban un abismo, el Barça mostraba ya un perfil más sólido, había acusado la agresividad local y supo sobreponerse, recurriendo mucho al cambio de juego para eludir el acoso a que se sometía al poseedor del esférico. Pero el espíritu inconformista del Athletic a punto estuvo de obrar un milagro en la reanudación. Pese al castigo en el marcador y el tute acumulado, los hombres de Valverde no perdieron la fe y la compostura, siguieron pensando en que era posible volver a meterse en el partido. Unai dio un aviso a centro de De Marcos y en la siguiente aproximación, Aduriz recibió en ventaja de Unai, su disparo no lo sujetó Bravo y Rico remachó a la red. Por un instante la intensidad del equipo y el fervor de la grada se combinaron para meter miedo al Barça. Fue un trance tan bonito como efímero. Aduriz reclamó un penalti y a renglón seguido Messi pinchó el globo de la ilusión culminando a placer un centro de Suárez. Duro golpe que no quedó ahí, pues Neymar, para que toda la delantera de Luis Enrique tuviese su premio, estableció de nuevo un margen insalvable un minuto más tarde, con suministro de Messi. El colosal acelerón del Barça pareció finiquitar la discusión, impresión no del todo ajustada a la realidad porque el amor propio de este equipo es ilimitado: Aduriz, en un lance similar al del primer gol, batió a Bravo con un violento derechazo. La generosidad rojiblanca alcanzaba cotas enternecedoras, si bien pretender voltear el resultado carecía de sentido a esas alturas, con el depósito muy mermado, pero por si cupiese alguna duda, la expulsión de Etxeita a un cuarto de hora del final abortó cualquier atisbo de emoción. El central midió mal en un salto y golpeó por detrás la rodilla derecha de Suárez. Mateu Lahoz tardó un segundo en sacar la roja. Poca discusión ofrece la decisión del colegiado, por mucho que encendiese a la concurrencia. Dio la sensación de que el Barcelona no quiso hacer más sangre mientras monopolizaba la posesión, aunque todavía tuvo ganas Messi de brindar su enésima maravilla y después de atraerse para sí al Athletic al completo bailando por la frontal del área, filtró un pase letal a Busquets y Pedro redondeó un triunfo incontestable. Anoche, el Barça, en una de las versiones más letales que se recuerda, no tuvo piedad de un Athletic valiente.

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