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ELKARRIZKETA.Montse Vila: "Catalunya quería que la imagen de Euskadi no fuera solo la que daban los medios estatales"

ELKARRIZKETA.Montse Vila: "Catalunya quería que la imagen de Euskadi no fuera solo la que daban los medios estatales" MERTXE PEÑA,de DEIA
La Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (CCMA) se plantea cerrar la delegación que tiene en Euskadi, entre otras medidas que forman parte de un ERE para un máximo de 312 trabajadores de TV3 y Catalunya Ràdio.
¿Desde cuándo trabaja en la televisión catalana?
Pertenezco al primer grupo que entró por concurso oposición a TV3 en Barcelona y allí estuve dos años, primero en Política y después en Economía. Entré en la casa antes de que empezaran las emisiones. Se inauguró el 11 de septiembre de 1983 y tardó unos meses en hacer emisión continuada. Antes había preparado oposiciones a judicatura y trabajé una temporada en un despacho de abogados.
¿Cuándo vino al País Vasco?
En 1986. También me ofrecieron ir a Madrid, pero elegí Bilbao. La delegación estaba abierta desde febrero de 1984. El trabajo era desbordante.
¿Cuál es su área de influencia?
La CAV, Navarra, Iparralde y ocasionalmente Burgos o Cantabria.
¿Es una delegación grande?
Siempre hemos sido una delegación modesta, con poquísimas personas. Cuando otros medios tenían aquí unos dispositivos impresionantes, nosotros nos las teníamos que ingeniar para hacer una información digna, competitiva y contrastada con la disposición de personal que teníamos, que era poca. Eso también ha requerido un sobre esfuerzo personal importante. Lo máximo que ha llegado a haber aquí son cinco personas: dos cámaras, un productor, el delegado y yo.
¿Por qué se abrió esta delegación? ¿Puede desaparecer?
En Catalunya se quería tener una mirada desde aquí, que la visión de Euskadi no fuera solo la que daban los medios estatales, TV3 quería dar su propia visión. Fuimos la primera televisión autonómica que abrió en otra comunidad que no fuera Madrid. Cerrar ventanas puede ahorrar, pero cada vez que se cierra una ventana con una visión propia se empobrece el producto. Al final hay que hacerse una pregunta: "Si una tele no cuesta nada, ¿vale algo?" Lo importante es lo que vale, no exclusivamente lo que cuesta.
¿Qué va a pasar con TV3?
Si se cargan la estructura y prescinden de centenares de periodistas, será difícil mantener la calidad y ese servicio público para el que se creó. Los profesionales que hemos empezado allí y conocemos muy bien la casa tenemos un valor añadido. Si quieren prescindir de estructuras y de personas, que lo hagan con respeto, pese a que yo creo que tiene justificación continuar con la delegación del País Vasco. Para mí, Euskadi es un referente de construcción nacional y todas sus relaciones con el Estado siguen siendo de máximo interés. No se ha cerrado el ciclo, ETA no ha entregado las armas, Otegi todavía está en la cárcel... hay muchísimas cosas por ver cómo se resuelven. Todos los medios han recortado plantillas, pero la mayoría continúa con gente en Euskadi.
¿Cómo se ha planteado el trabajo estos 27 años?
El sentido de la delegación no era estar aquí por las bombas y los atentados porque nos han pedido continuamente información de la estructura fiscal y financiera, del Concierto, de todo el plan Ibarretxe... Nunca hemos tenido la mirada de otros medios que funcionan con la óptica de Madrid. Nuestro trabajo no ha sido ir contra nadie, sino acercarnos a esta realidad en muchos momentos muy críptica y poliédrica para saberla interpretar y digerir, intentando dar a los catalanes las claves de cómo se funcionaba aquí.
¿Han abierto muchas veces los informativos?
Centenares de veces, y hemos dado exclusivas. La información de aquí era tan potente... y Catalunya la miraba con mucho interés, no solo por el tema de ETA, sino por el referente que Euskadi ha sido siempre para los catalanes, sobre todo en clave soberanista, de construcción de país. Siempre se ha mirado cómo se hacían las cosas aquí, lo difícil que era con la violencia... pero el interés no ha sido nunca solo el atentado, la muerte y la sangre, sino ver cómo iba avanzando este pueblo en sus estructuras de Estado, las que deseaba tener Catalunya también.
¿Cuál ha sido su peor momento profesional de todo este tiempo?
Hay muchos, muchísimos. No podría hacer un escalafón de momentos duros pero a mí como escalofrío me queda el día que tuve que visitar la zona donde apareció el cadáver de Miguel Ángel Blanco, un bosque cercano a la carretera donde todavía quedaban señales del árbol en el que había estado atado. También recuerdo la tensión vivida en Reinosa un Viernes Santo que el delegado del Gobierno ocupó la localidad y circulaban los tanques por la calle. Los periodistas nos tuvimos que esconder en la iglesia, como la población y los trabajadores. Fue muy fuerte.
¿Y el mejor recuerdo?
Supongo que como todos los periodistas que nos hemos tragado etapas tan duras, fue el día que ETA dijo "aquí lo dejo". Ese día se te ensancha todo, lo has pensado tantas veces que cuando llega es un alivio y una satisfacción total.
¿El trabajo del corresponsal es ingrato?
Muchísimo, no se calibra cuánto porque cuando hay una información en ebullición los distintos jefes de edición tiran de ti y no importa lo que has hecho la víspera, se trata de qué vas a hacer hoy y mañana,... Es duro sobre todo en delegaciones pequeñas, pero cuando es una sola persona no puedes desconectar. Te vas al cine pensando que puede sonar el móvil, vas a la peluquería y lo mismo, estás en un cumpleaños con la familia e igual. Es mucho sacrificio. Ni horarios, ni calendarios.
¿Cómo recuerda los primeros años?
Era vivir todo el día dedicada a la información, desde la Mesa de Ajuria Enea a todos los atentados habidos y por haber, momentos de tensión política, todo el proceso de ilegalización de Batasuna... estos veintipico años los he vivido desde el punto de vista informativo y ha sido arrollador. Aprendes muchísimo, a ser todoterreno y sobre todo a organizar muy bien el tiempo porque esto te absorbe tanto que necesitas tener una vida muy bien organizada fuera del trabajo para que funcione. Ha sido un encaje de bolillos.
Usted ha visto cambiar Euskadi...
Los pasos han sido muy duros pero no se puede negar que esta sociedad ha avanzado muchísimo. Antes el tema terrorista lo distorsionaba todo, lo tapaba todo, y yo creo que ahora se empieza a pasar página. Ves cómo la gente tiene otras prioridades, aunque sigue sin estar resuelto el encaje de Euskadi en España definitivamente, pero ves que es otra sociedad, ahora se puede vivir de una manera muy distinta. Ya no estamos condicionados por aquel monotema y se pueden ver otros problemas que hay que resolver. Emerge todo lo que le preocupa a la gente, al margen de reivindicar más autogobierno, más personalidad o incluso otra relación con el Estado, pero salen otras cosas y es un avance súper positivo. Ahora es una sociedad moderna que mantiene sus tradiciones; antes era una txapela que lo tapaba todo en el sentido negativo de enfocarlo siempre al terrorismo y la violencia.
¿Qué sensación tiene ahora?
Ha sido muy gratificante ofrecer a los espectadores cada paso que se daba en la buena dirección, pese a que también recuerdas malísimos momentos: atentados, manifestaciones, capillas ardientes... una vorágine que es como una pelota que tienes en la cabeza y en el estómago. Ahí ha quedado también, pero afortunadamente ya estamos en otro escenario.

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