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NI,ZU TA BIOK.Frente al contraataque, más información (Carta a Ana Urchueguia)

XABIER LAPITZ
ESTIMADA doña Ana: le estoy cogiendo gusto a esta relación epistolar ahora que ha decidido contestar. Por fin ha dicho una verdad: tiene las propiedades que el Grupo Noticias ha documentado y que tuve el privilegio de visitar en Somoto. Ya era hora, porque el otro día se partía de la risa. ¿Qué pensaba? ¿Creía que su millón de metros cuadrados iba a seguir opaco ante la opinión pública? ¿Tan segura estaba de que puede hacer lo que le venga en gana sin que nadie se atreva a descubrir sus andanzas y compras varias allá donde se supone que iba a cooperar?.También admito que Jesús Moreno sea en realidad su capataz Pedro Jesús Díaz Torrez, aunque es curioso que preguntando por una persona inexistente diéramos con sus remotas y amplias propiedades. Oiga, lo que no tiene discusión es que tiene "un puro robledal, de lo mejor del país". De la fruta, que se sepa, nadie ha hablado. Vuelva a leer los reportajes. Salvo que confunda usted la carne de sus reses marcadas a fuego con sus iniciales con una sandía, no sé dónde ve usted cafetales. Ni su jefe. Porque las vacas y las yeguas sí que las vimos.También coincido, aunque creo que esto ya se lo dije en otra carta: don Jesús es una persona sencilla. Buena gente. Temo ahora por él; no sé qué habrá hecho su sicario local, Aquiles García, para que vaya a un notario, que supongo que es el mismo que le pone en limpio sus no tan inmaculados negocios, y diga que me he hecho pasar por su familiar o que intenté sobornarle para levantar falso testimonio. Vaya, vaya... estos socialistas de finca, chalé, ganadería que pasan por alto la relación dependiente del empleado respecto del empleador.Hay que estar desinformado, como demostró Patxi López en el Parlamento Vasco, para dar por buena la versión de que el capataz ve en internet la noticia de un periódico del que no ha oído hablar en su vida y no se le ocurre nada mejor que irse al notario. ¿Internet allá, donde vive el mayoral? ¡Qué tonterías dice López, doña Ana! Claro que usted ha jugado con su ignorancia y le ha metido un gol. Pero el partido no ha acabado.Ni todos son sus empleados, ni todos le tienen miedo, doña Ana. Y al final, alguno contará cómo se consiguió esa confesión que, de momento, nadie ha visto. En eso, ya ve, le llevamos ventaja porque nuestros documentos sí están a disposición de quien los quiera comprobar.No insista. Ni se me ocurriría hacerme pasar por su hermano. Puesto a creerle, también le creo cuando dice que es abstemia. Pero avise en el restaurante El Almendro de Somoto para que no salgamos con los pies redondos cuando pidamos comer y beber lo mismo que usted. Y disculpe si se ha sentido molesta. ¿Acertamos al menos en lo del filete jalapeño?.Admito, doña Ana, que como investigador no valgo demasiado: confundí un volcán con una serranía. Craso error que debe invalidar la veintena de testimonios grabados que escuchamos en Onda Vasca y que luego pasé a papel.Todo esto, al menos para mí, no son más que los detalles chuscos de la historia.Aquí la sustancia es que, de momento, la única que ha mentido es usted, que nos dijo que no tenía lo que sí tenía. Compró a su nombre a la ONG (llamémosla así) a quien le daba el dinero público. Ya veremos si es legal o no, pero ese comportamiento es inmoral. Y de paso, habrá advertido usted, que le ha obligado a mentir a su jefe inmediato, el señor López. Van a quemar entre los dos la máquina de la verdad. Ha ido encadenando mentira tras mentira, allá en Somoto y ahora aquí en Euskadi, con la misma facilidad con la que iba añadiendo hectáreas a sus propiedades.Pero fíjese, a mí me pasa con usted lo que a la policía con los delincuentes, que los segundos siempre van un paso por delante. Así es imposible descubrir en toda su extensión lo que hacen los quinquis. Su capacidad de inventarse y reinventarse cada vez que alguien le saca los colores no tiene límite. Ha tenido que forzar la ley en Lasarte-Oria para emitir un decreto de Alcaldía propio del franquismo en el que se atribuye en exclusiva el manejo de la cooperación. No fuera que alguien se enterase de lo que estaba haciendo. Tanto cantaba el procedimiento que hasta los receptores somoteños se quedaron sorprendidos de este golpe de autoridad. Pero también obligó a forzar la ley en Somoto y urdió junto a Marcio Rivas una triquiñuela legal para que el negocio quedara en sus manos.No me extraña, doña Ana, que se haya sentido dolida al ver lo que hemos publicado. Yo tendría la misma sensación. Sentiría un profundo bochorno porque hasta yo mismo pasé vergüenza ajena al comprobar cuál es su particular manera de entender lo que debe ser la cooperación. Pero, créame, más vergüenza he sufrido al ver que todo un lehendakari le siga el juego en lugar de abrir una investigación y dejar que corra el aire fresco. Usted, doña Ana, ha decidido contraatacar pensando que es la mejor defensa. A mí, de momento, me basta con seguir recopilando información. Auguro nuevos sonrojos.

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