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ORAIN BEREZIA:AGUR IÑAKI AZKUNA/GUTUNAK.El alcalde de las personas

BINGEN ZUPIRIA
Ayer, mientras cantábamos al Padre Nuestro y a la Andra Mari de Begoña te recordé postrado en la cama de una pequeña habitación de tu querido hospital de Basurto. El PP había decidido privatizar la Sanidad en Madrid, y entre bronca y bronca de la enfermera que estaba a tu cargo porque como buen cascarrabias no querías tomarte la leche de la merienda, te armaste de paciencia, como solías hacer conmigo, y te explayaste para hacerme entender que -al margen de nuestra condición- la esperanza que todos los ciudadanos tenemos de recibir una asistencia sanitaria digna es la base del Estado de Bienestar. "Más que la Educación o la Vivienda, es lo que nos hace iguales", me dijiste, "y no debemos renunciar por nada del mundo a ese derecho". No era la reflexión del especialista en temas sanitarios sino la de la persona que es capaz de ponerse en el lugar de los demás y de pensar en su bien.
Creo, Iñaki, que esa fue tu gran virtud. Allí donde estuviste, en Cruces, en Osakidetza, en DEIA, en Lehendakaritza, como Consejero de Sanidad o como alcalde de Bilbao, fuiste capaz de volcar todo tu esfuerzo en favor de la ciudadanía.He leído que la gestión del sistema de Salud vasco o el desarrollo del Urbanismo en Bilbao te deben mucho. Pues no creo que esa sea tu aportación principal. Tu gran mérito fue fichar a gente estupenda para tus equipos, ponerlos a trabajar contigo y llevarlos en la buena dirección. Siempre te preocupaste por saber cuáles eran las principales preocupaciones del usuario de Osakidetza o del ciudadano de Bilbao, y pusiste todo el empeño de tus equipos en buscar respuestas a las demandas planteadas. Y lo lograste. Conseguiste que los ciudadanos y ciudadanas vascas nos sintiéramos orgullosos de Osakidetza y presumiéramos del servicio que nos ofrecía. Y desde el Ayuntamiento te ganaste el apoyo de la gente, que recuperó el orgullo del sentimiento bilbaino y de vivir en una ciudad que se ha ido transformando para ser más habitable y reconocida en el exterior. Ayer, mientras rezábamos por ti, me puse en el lugar de los hombres y mujeres que han percibido en tus mensajes y decisiones las respuestas que esperaban, y comprendí que esa fue tu principal característica durante todos los años en los que fuiste un servidor público. También recordé, cómo no, tu costumbre de protestar por todo lo que no te parecía bien y tu estilo de hacerlo, que para quien te trataba por primera vez podía resultar a menudo agresivo. Pero esa aparente dureza no conseguía esconder tu verdadera personalidad, amable y cariñosa, pendiente de los demás, amigo de sus amigos y firme y tenaz en sus convicciones.

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