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NI,ZU TA BIOK.Cabacas: del silencio al carpetazo

XABIER LAPITZ

SE veía venir. Ese silencio que mantenía Rodolfo Ares respecto a las investigaciones sobre la actuación de la Ertzaintza que desembocó en la muerte de Iñigo Cabacas no auguraba nada bueno. Un mes después, se confirma: la asunción de responsabilidades políticas que anunció tarde y mal el consejero en el Parlamento vasco era un brindis al sol. Se trataba, en definitiva, de dejar pasar el tiempo y salvar su puesto.He tenido que revisar las crónicas del día que compareció junto al jefe operativo de la Ertzaintza, José Antonio Varela, para comprobar que no estaba equivocado, que Ares pidió allí más tiempo para tener avanzada la investigación “abierta al día siguiente” de los incidentes que siguieron al partido entre el Athletic y el Shalke. Más aún, como recogen las noticias publicadas al día siguiente, el consejero se comprometió a ir trasladando a los portavoces parlamentarios las informaciones de las que fuera disponiendo.No sólo no ha cumplido lo anunciado, sino que ha dicho a las claras que en lo que a su responsabilidad concierne, es asunto zanjado. De su capacidad de intriga, ya sabíamos. De la inmoralidad a la hora de despachar un muerto, causa indignación y alarma social.                                                                                                                    Farsa parlamentaria.Era todo mentira. Aquellas palabras tan sentidas y a la vez tan comprometidas con el esclarecimiento de la verdad y la depuración de responsabilidades políticas, si hubiera lugar a ellas, eran una farsa. A la primera de cambio, ha dado un vergonzoso carpetazo político al asunto. Dice Ares que todo lo que sabe, y lo que calla, lo traslada a la jueza encargada de la instrucción del sumario y si alguien, como ha exigido el PNV, quiere conocer los resultados de esa investigación se tiene que dirigir a ese juzgado.Rodolfo Ares mezcla deliberadamente ámbitos distintos para ver si enmarañando sale airoso del trance. Va a ser que no cuela. Por supuesto que tras una muerte como la de Iñigo Cabacas hay una actuación judicial de oficio que determinará si existen o no responsabilidades penales y si hay culpables concretos de homicidio. Bien, eso sigue su curso.Lo que se le pide a Ares no es que colabore con la Justicia, porque eso se le supone. Lo exigible es que los responsables de Interior, y de la Ertzaintza, aclaren cuáles fueron sus decisiones en aquella actuación. Son asuntos, como ya se ha explicado hasta la saciedad de fácil concreción: quién actuó, cómo, por qué, quién avaló esa intervención, cómo sucedieron los hechos, etc. Cuestiones que no interfieren una instrucción judicial pero que deben ser aclaradas ante la ciudadanía.¿O no le parece a Ares suficientemente grave la muerte de un chaval en plena calle por un disparo de la policía de la que es máximo responsable? ¿No cree acaso que la alarma social que ha generado este episodio merece una explicación detallada de las decisiones de su Departamento? ¿No sería conveniente aclarar lo que pasó para frenar los recelos que en amplios sectores de la sociedad (no, no me refiero a la izquierda abertzale) está suscitando el caso hacia la Ertzaintza?

Respuestas.Son respuestas que deberían cumplir tres objetivos. El primero, la asunción de la responsabilidad política a la que Ares tan pomposamente aludió. Esto es, si él y sus colaboradores más inmediatos tomaron las decisiones correctas o actuaron de manera negligente en una situación con resultado de muerte. Si demuestran que fue una fatalidad sin que se cometieran errores, perfecto. Si los hubo, deben dimitir.El segundo objetivo es tranquilizar a una ciudadanía que está preocupada y alarmada. Cuesta mucho asumir las falta de explicaciones ante una muerte tan incomprensible. Y peor es aún que, en medio de la conmoción, el Departamento de Interior haya tratado de intoxicar a la opinión pública con una sarta de medias verdades que son un insulto a la inteligencia.Por último, una respuesta clara tranquilizaría a los propios agentes de la Ertzaintza que injustamente están pagando la ineficacia de sus rectores. Las órdenes contradictorias, el temor ante lo que pueda ocurrir en futuras intervenciones, la constatación de que es necesario avanzar hacia un modelo policial más cooperador y menos represivo, etc… no se puede esperar más a poner claridad donde el consejero apaga la luz para salvar su silla.Rodolfo Ares podrá triunfar dentro del PSOE, seguir ganando congresos para sus amigos, cobrarse después los favores y las influencias, pero siempre le perseguirá el nombre de un joven que murió injustamente en la calle y después le remataron en la peor de las versiones de la política.

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