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USTED ESTÁ ACREDITADO.Tanto llamar al lobo y vino España

MAUDILI PRIETO
Seguro que cuando sepa de este artículo, habrá cierta Juez que deberá decirse a si misma que gilipollas es. No cabe otro adjetivo. Y es que la violación múltiple por parte de 5 andaluces de entre 25 y 28 años en Iruñea contra una joven de 18 madrileña se acrecienta por momentos cuando se saben que estos cinco pueblerinos son un guardia civil y un militar. Lo han conseguido las feministas de la ezker abertzalea y la obsesión de UPN por españolizar Nafarroa para que estén estos 5 subnormales (y los cuantos más que se han añadido a la lista de delincuentes sexuales) corriendo por las calles de la capital en plenos San Fermines. Las feministas, ikurriña en mano, se han obsesionado con decir que no es no y vender la moto de que los hombres, en plena borrachera y nocturnidad, no se pueden propasar con unas mujeres que, muchas de ellas, son las primeras que enseñan la delantera en pleno txupinazo o en pleno colocón en los 7 días de jaia. Luego, los militantes de UPN. Han convencido a propios y extraños que San Fermín es una fiesta española y que hay que combatir hasta la ikurriña. ¿Qué ha conseguido esta combinación explosiva?. Que unos putos niñatos andaluces que gritan vivas a España lleguen a Euskalherria para montar la marimorena de esta manera. El problema de las agresiones sexuales ha existido siempre. No es nada nuevo. Pero si la insistencia de unas malfolladas publicitando este asunto hasta el extremo más lesbico de esta situación y la estupidez de los herederos de Sanz y Barcina no fuera hasta el extremo de convertir Nafarroa en un centro comercial de conejitos abierto para todo el Estado con el objeto de que ni siquiera se sintonice ETB que han convertido los San Fermines en una fiesta que asquea. Ni siquiera el txupinazo del querido Tuli se salvó de polémica. Hemos llegado demasiado lejos unos y otros llamando al lobo por una cosa y por otra y al final se ha cruzado España. A ver si los políticos -todos sin excepción- se plantean que los San Fermines no pueden ser la asquerosidad en la que se han convertido por el país que admira Obama.

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