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NI,ZU TA BIOK.España no aprende.

MAUDILI PRIETO

España no aprende.No aprende con el ébola,con los servicios sociales o con la corrupción.Francamente,leer ciertas sentencias demuestra que haciendo estas payasadas de puros imbéciles inmunes demuestran el nivel de estupidez que otros saben aprovechar.Dan motivos a sus enemigos (los que imaginariamente tienen) para que al final llegues a la conclusión que hasta el perro Exkalibur -el de la primera infectada por ébola en Europa-cogiera el arma y pegara un tiro a más de un txakurra por mal uso de su condición animal.Y esta metáfora se debe al hecho que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH)
ha emitido una nueva condena al Estado español por no investigar denuncias de
torturas. Se trata de los casos de Beatriz Etxebarria, detenida en marzo de
2011 por la Guardia Civil en Bilbo, y de Oihan Ataun, arrestado en noviembre de
2008 por la Policía española en Zizur Nagusia.La máxima instancia europea en
materia de derechos humanos, en sendas sentencias, ordena indemnizar con un
total de 29.000 euros a Etxebarria, de los cuales 25.000 son por daños morales
y 4.000 en concepto de tasas y derivados por el procedimiento tanto estatal
como europeo, y con 24.000 euros al joven navarro, de ellos 20.000 por daños
morales y los otros 4.000 por costas.El TEDH ha estimado la demanda interpuesta
por la defensa de Etxebarria y Ataun, que invocó al tercer artículo de la
Convención Europea de Derechos Humanos y acudió a Estrasburgo ante la ausencia
de una investigación efectiva por pare de las autoridades españolas de las
torturas y malos tratos denunciados durante el periodo de incomunicación. El
caso de Etxebarria fue especialmente sonado por su denuncia de violación con un
palo.Los jueces señalan que en ambos casos «las investigaciones efectivas que
se imponían por la situación de vulnerabilidad de los demandantes en detención
incomunicada no tuvieron lugar» y recuerdan al Estado español la importancia de
adoptar las medidas recomendadas por el Comité para la Prevención de la Tortura
del Consejo de Europa, como la mejora del examen médico-legal y mantener una
vigilancia apropiada «para evitar abusos y proteger la integridad física de los
detenidos».Con las de Etxebarria y Ataun suman ya cinco las sentencias
condenatorias del Tribunal de Derechos Humanos contra el Estado español por no
investigar denuncias de torturas interpuestas por ciudadanos vascos. Las tres
anteriores fueron las relativas a los casos de Mikel San Argimiro en 2010, el
de Aritz Beristain en 2011 y el de Martxelo Otamendi en 2012.La sexta condena
corresponde al caso de 17 ciudadanos catalanes que fueron arrestados en la
macrorredada conocida como Operacion Garzón contra el movimiento
independentista catalán, que se llevó a cabo entre junio y julio de 1992, en
vísperas de los Juegos Olímpicos de Barcelona. 45 personas fueron arrestadas
acusadas de pertenencia a la organización Terra Lliure y 17 de ellas
denunciaron haber sido torturadas a manos de la Guardia Civil. El Tribunal de
Estrasburgo admtió su demanda y en 2004 condenó al Estado español a indemnizar
a cada una de ellas con 8.000 euros por negarse a investigar las denuncias.Lo que es evidente que,con todos los casos que se van acumulando,en vez de arreglar problemas los van aumentando y,lo peor de todo,no se dan cuenta que ganando copas futbolísticas,no van a arreglar que ser español da vergüenza y se vea a esos ciudadanos como esos animales que no merecían entrar en Europa.

DOKUMENTUAK-EL RELATO DE BEATRIZ ETXEBARRIA

Sobre las 4:00 de la mañana del 1 de marzo de 2011 revientan la puerta. Me agarran del pelo y me llevan en volandas al salón. Estoy en sujetador y no me dejan ponerme ropa durante el registro. En el salón me reducen con violencia y en el sofá me intentan poner las esposas. Se enfadan porque me quedan pequeñas. Me dicen mientras sigo sentada en el sofá: «Ya verás qué cinco días vas a pasar».Me mareé un poco durante el registro del trastero. Me agarran muy fuerte del brazo, me dejan marcas. Me ponen esposas de cuerda y me las van apretando cada vez más.Al salir de casa me amenazan: que no mire ni hable con mi pareja. Me llevan donde estaba el coche y me prohíben mirar el registro.Me llevan al forense de Bilbo: me miran bien, tengo marcas en las muñecas de las esposas, tenía las venas hinchadas, y algún rasponazo. Los brazos rojos, por la forma de agarrarme, y agarrotados.Me montan en el Patrol. Me obligaban a cerrar los ojos y me los tapan ellos mismos con la mano. Escucho cómo hablan de encontrarse con otro coche.Paran. Un guardia civil, que se hacía llamar el Comisario, viene a buscarme y cambiamos de coche. El de ahora no es un Patrol, es un coche normal por el espacio y la altura al entrar. El Comisario empieza a gritarme al oído y a amenazarme: «Soy militar y estoy entrenado para matar». Me dice que tengo dos opciones: hablar desde el principio, o no. Noto cómo sacan una bolsa y me la ponen encima de las manos Durante el viaje a Madrid me dan golpes y collejas en la cabeza, y constantes amenazas. Me dicen que va a parar el coche y «te voy a poner en pelotas, te tiro a la nieve y te voy a abrir en canal». El Comisario se quita la chaqueta y empieza a restregarse contra mi cuerpo. El otro policía que estaba a su lado «apacigua» a El Comisario pero también me amenaza. Me hacen «la bolsa» dos veces de camino a Madrid.En la comisaría había diferentes habitaciones: en una escuchaba los gritos del resto de detenidos y había otra que estaba más abajo que me daba la sensación de que estaba aislada, y ahí el trato era todavía peor. A la primera la llamaré la «habitación dura» y a la otra «la muy dura».Siguen las amenazas y El Comisario me mete a una celda y me dice que piense bien qué voy a hacer. Me sacan de la celda y me llevan al forense.Son sobre las 20.30 del martes. Le relato que estoy siendo torturada. Me vuelven a llevar a la celda.Me llevan a la «habitación dura». Allí oía gritos del resto de detenidos/as. Me sientan en una silla y me mojan las manos, mientras escucho ruidos de algo que parecen electrodos. Cuando estaba en la celda también escuchaba esos mismos ruidos. Me dicen que tengo que hablar y me empiezan a quitar la ropa hasta dejarme totalmente desnuda. Estando desnuda me echan agua fría por encima. Me vuelven a poner la bolsa hasta tres veces seguidas. Me amenazan con hacerme la bañera. Estando desnuda, me ponen a cuatro patas encima de una especie de taburete. Me dan vaselina en el ano y en la vagina y me meten un poco un objeto. Sigo desnuda y me envuelven en una manta y me dan golpes. Me agarran, me zarandean y me levantan del suelo.Me vuelven a llevar a la celda hasta la mañana del miércoles, cuando vuelvo a visitar al forense. Le cuento algo sobre el trato al que estaba siendo sometida y su actitud fue mala.Vuelvo a la celda y allí trato de «descansar» un poco. Después de pasar un rato, viene El Comisario y me lleva a la sala «muy dura». Allí me vuelve a desnudar. Me estira del pelo, me da golpes en la cabeza y me grita al oído que es militar y que está entrenado para matar y que «te voy a destrozar toda por dentro para que no puedas tener pequeños etarras».Me vuelven a llevar a la celda y después de estar allí, al forense. No le cuento nada, al ver cuál había sido su actitud en la última visita en la que cuestionaba el relato de torturas que le había hecho.En los interrogatorios siempre había mucha gente. Una vez conté hasta siete voces diferentes. Me amenazan constantemente con mi pareja (al que escucho cómo está siendo torturado). También me amenazan con detener a mi hermano. Me dicen que como no haya trato no sólo van a detener a mis padres, sino que también van a llevar a mi abuela «en bragas y que se la iba a follar».El anteúltimo día El Comisario me vuelve a desnudar. Tira una manta al suelo, grita y me dicen que me van a violar, otra vez. Me da la impresión de que él se empieza a quitar la ropa, escucho cómo se quita el cinturón. Entonces, al que llamaban Garmendia intenta tranquilizarle, lo saca de la sala en la que estaban y escucho cómo hablan. Garmendia entra otra vez en la habitación y me dice que le prometa que voy a declarar.El último día tuve hasta seis interrogatorios. La segunda declaración policial la hago el sábado a las 5:40. Después no me vuelven a desnudar y la agresividad era menor, incluso llegaron a decirme si quería ver a Iñigo.Las amenazas no cesaron hasta llegar a la Audiencia Nacional. En el furgón, El comisario, que estaba sentado a mi lado, me dijo que tenía que ratificar delante del juez la declaración.Durante todo el periodo de incomunicación, salvo cuando iba donde el forense, estuve con los ojos tapados con diferentes antifaces. Había alguno de látex que tenía una especie de polvo que ellos decían que si abría los ojos me iba a quedar ciega. Yo sí notaba que cuando me lo quitaban (para ir al forense) me picaban los ojos durante un rato. Cuando estaba con El Comisario me ponían otro antifaz que era como de terciopelo.Durante la incomunicación estuve sobre todo con tres policías (El Comisario, El Inspector y Garmendia, que era menos salvaje), aunque durante los interrogatorios solía haber mucha gente siempre en la habitación.Ante el juez negué la declaración policial y denuncié haber sido torturada.

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